El timbre de voz del Lonko Alberto Curamil se oye sereno. La lluvia ha dado tregua en Curacautín, dice del otro lado del teléfono, y se allana de inmediato a reflexionar junto a Memorial Paine sobre el sentido profundo del Wiñol Tripantu, (Año Nuevo Mapuche, en lengua winka). Claro, preciso y sin rodeo, aclara que para su pueblo el hito del solsticio de invierno está lejos de ser una fecha puntual, sino un asunto de vinculación profunda con la naturaleza y el mundo que nada tiene que ver con la cultura de dominación que se ha venido imponiendo.

Lo ineludible es que esta vez –y como todo en estos días-, ese rito ancestral de profunda significación para el pueblo mapuche, está marcado por la pandemia. Un contexto, dice seguro Curamil, que ha sido utilizado para “controlar las manifestaciones y las movilizaciones en los territorios”. Más aún, se ha hecho permanente en las comunidades, so pretexto de la pandemia, dice el dirigente mapuche, reconocido con el Premio Medioambiental Goldman, en 2019, por su labor en la defensa del territorio.

“Como cultura mapuche hay una forma de cómo ver y ordenar nuestro mundo, nuestra cosmovisión; eso es súper importante para nosotros. Sin embargo, dentro de todo esto sigue existiendo un sistema de dominación que tiene que ver, por ejemplo, con el calendario que hoy está vigente, por el que todo el mundo se rige. En ese sentido, creo que hay una contradicción frente a la fecha o el tiempo real en el que se produce este cambio, de lo que significa la renovación de nuestra naturaleza. Por ejemplo, ahora dicen que el 21 o el 24 (de junio), pero eso es una mentira. Porque esto, para nosotros, tiene relación con todo lo que es la naturaleza; está el sol, está la luna y, si te fijas, aún no estamos en la luna donde se producen los cambios”, advierte de entrada.

“Y este año hay un tema bien especial, sobre todo por lo que se está viviendo con la pandemia. Ahora, cuando viene esto de las celebraciones y todo lo que el mapuche realizaba, vino también la religión a imponer su cultura, su tradición, pasando por encima de los conocimientos de nuestros pueblos. El San Juan (la fiesta), por ejemplo, cuando nuestra gente se reunía y hacía su Nguillatun, su Llellipun, pero se impone el San Juan y se comenzó a perder, por ahí, un poco el horizonte. Porque, además, trajeron e alcohol, introdujeron el vino y, finalmente, la gente terminó celebrando el San Juan por mucho tiempo. Y hoy, se impone una pandemia que dice “quédate en casa”. Eso para nosotros es preocupante. Estamos esperando nuestro Wiñol Tripantü, esperando esta luna que se aproxima, esta  luna llena. Porque cuando hablamos de creciente, la luna empieza a generar energía, hasta cuando llega a su máxima expresión y la energía está toda concentrada… es allí donde se produce el cambio. Cuando nuestros muchachos hacen su danza del Choike, el Purrun, y allí nos dejamos iluminar a través de la luna, porque está llena, en su plenitud. Pero, hoy a la gente le dicen ‘we tripantu’, quédate en casa, y eso no es más que un acto folclórico”, sentencia.

¿Pero, sin embargo, considera que hoy existe más conocimiento, más cercanía entre nuestros pueblos?

“Sin duda que hay una cercanía y una comunicación que se ha dado de manera más fluida con todos los hermanos que hoy luchan y defienden sus derechos, sin importar el lugar en el que estés. Entonces, en esta caso, con la sociedad chilena, creo que, independiente de las formas en que se esté organizando, o cómo avanza, hay una cercanía, una comunicación que ha significado mucho para la relación entre los hermanos chilenos y los hermanos mapuche que hoy día mantenemos esta resistencia”, sostiene.

“Respecto del conocimiento, eso ha hecho que los hermanos chilenos, a pesar de todo el folclorismo que muchas veces existe, también han sabido compartir nuestra cultura, han sido muy respetuosos, y debido a esto hemos tenido a muchos hermanos no mapuche en nuestro territorio para poder celebrar o festejar, o compartir, un Wiñol Tripantü, o un Nguillatun, algo que, a lo mejor, años atrás, no se entendía muy bien qué significaba. Pero hoy, la sociedad chilena que está en lucha, que está en resistencia, ha compartido nuestra espiritualidad”, añade.

La pandemia de las forestales y la “normalidad” represiva

Ya que menciona lo de la pandemia… ¿ha impactado de manera distinta al pueblo mapuche, cree usted?

“A nivel general, no existe un compromiso o un cuidado real respecto de la salud del ser humano, de nuestra gente. La represión está primero que la salud de las personas. Recuerde usted, que en plena pandemia asesinaron a un peñi (Alejandro Treuquil). Personalmente, en marzo, cuando quise ir a acompañar a los hermanos que estaban haciendo control sanitario en Lonquimay, para que los turistas no siguieran ingresando en sus territorios, me detuvieron. Eso indica que el Estado de Chile, y el Gobierno en este caso, no tiene una preocupación real por la gente, pues esto no es otra cosa que un experimento que están haciendo para ver de qué modo controlar las manifestaciones y las movilizaciones que se dan en diferentes territorios. En ese sentido, todo el mundo ha sido testigo de cómo están reforzando sus fuerzas represivas, comprando ‘guanacos’ (carro lanza-aguas de la policía), ‘zorrillos’ (carro lanza-gases de la policía); equipando a la PDI, por ejemplo. Son, entonces, esas las formas en que se expresa la pandemia en Chile y en nuestro territorio”, relata Curamil.

“Y como mapuche, en particular, la pandemia han sido las forestales. Cuando nosotros luchamos y hablamos de nuestra salud, y hablamos de nuestro Fillmogen (diversidad), donde están los Mawida santos, que son las montañas donde están las medicinas, alrededor de éstos, la amenaza que hoy día estamos viviendo, la amenaza del capitalismo, son  las empresas forestales que han invadido nuestro territorio y también nuestras aguas. Entonces, por ejemplo, cuando nosotros nos pronunciamos, cuando damos a saber sobre la defensa de nuestro territorio, obviamente que la represión aumenta y el hostigamiento se hace permanente, con avionetas sobrevolando nuestros territorios y drones sobre nuestras casas. Eso es algo que se hace permanente y se ha querido normalizar en el Wallmapu. En medio de toda esta pandemia se siguen aprobando proyectos hidroeléctricos, se siguen promocionando la empresas mineras que se quieren instalar; la carretera interoceánica que se quiere construir acá. Es decir, todo sigue avanzando de manera normal. De hecho, hay una empresa de áridos española, una de las empresas más grandes que se pretende instalar acá en la zona de Curacautín, y los más probable es que sea aprobado ese proyecto”, explica.

¡Sí, hay esperanza!

Parece ser que, tras un prolongado proceso de resistencia como el que han protagonizado las comunidades en defensa del territorio, hoy el mapuche y otros hermanos caminan más dignos, más orgullosos de sí mismos…

“Creo que es eso es real. Hace 15 años atrás, por decir, en la ciudad nos trataban de indios y nosotros nos quedábamos callados. ¡Pero hoy no! ¿A quiénes le tenían el respeto en ese tiempo?, era precisamente a los patrones de fundo, a los latifundistas. Pero hoy, creo que hay un respeto mutuo ni por muy humilde o muy calladito sea un mapuche. Hoy tiene más sentido el valor que nos corresponde como persona, más allá de ser mapuche. Creo que toda persona tiene su valor y eso es importante reconocerlo. Primero somos personas y el respeto es algo que se debe mantener”, asegura.

¿Hay esperanza, tiene usted esperanza?

“Yo tengo mucha esperanza. Hay esperanza, y más cuando hay una generación nueva. Y así quedó demostrado con el 18 de octubre: ¿quiénes fueron los que iniciaron esta movilización, el estallido social? Eso me genera mucha esperanza. Lo importante es poder mantener nuestra comunicación y el contacto con todos los hermanos que luchan para seguir trabajando ideas y formas y lograr cambios, y apoyarnos. Hay esperanzas y muchas, peñi. A veces los procesos se ponen difíciles, por ejemplo, cuando existe una injusticia, una prisión, pero la gente se moviliza y se hace presente, y eso te genera mucha esperanza, pues existe allí el compañerismo. Y eso, por supuesto, corre para todos los pueblos originarios. Hoy día, acá en Chile, en Latinoamérica, otros pueblos que están viviendo la misma represión, las mismas injusticias, nos hacemos fuertes cuando nos comunicamos y nos acompañamos en una situación complicada o represiva de parte de los Estados”, concluye.

Fotos: Sebastián Meza U./Marcelo Garay V.