Poner en valor el buen vivir, con las mujeres como epicentro de una memoria que sana y, por ello, es digno y necesario compartirla, traspasarla. Así, sin más, con la misma generosidad que la tierra lo hace a cada instante.

Esa es una de las tantas certezas que afloran como resultado del taller Guardianas de una Memoria Sanadora, celebrado este 8 de marzo para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, junto a dirigentas vecinales e integrantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine.

A cargo de la profesora y terapeuta, Fabiola Parra, el taller se propuso como un espacio para “relevar el valor de la mujer en la transmisión de memorias; en este caso, en torno al poder curativo de las plantas”.

En un ambiente seguro e íntimo, la actividad permitió socializar esos saberes en torno a las plantas medicinales, introducción a las formas de consumo (infusión, cocción y preparado herbal), preparación de oleato de romero y creación de un jardín herbal en el Memorial Paine.

“Mediante la presentación de hierbas que trajeron de sus casas, las asistentes compartieron experiencias personales de dolor y sanación, se dieron palabras de admiración ante la superación, intercambiaron ideas para realizar con sus comunidades y reflexionaron sobre la transmisión de los saberes medicinales en las nuevas generaciones”, explica Paulina Maldonado, Educadora en Memoria y Derechos Humanos del Área de Educación de nuestro espacio.

“Como mujeres, debemos darnos espacio para ser mujeres, para reconectar con nuestro interior. Es difícil porque tenemos muchas cosas por hacer en el día a día, especialmente si somos dirigentas sociales y estamos constantemente en contacto con otras personas”, fueron algunas de las reflexiones que surgieron durante la jornada.

“El gran valor de este taller radica en sostener un espacio de contención, de encuentro entre mujeres, que aporta al buen vivir e invita a replicarlo en sus organizaciones sociales. Contenerse con otras mujeres, cuidarse de manera autónoma con lo que la naturaleza ofrece, es una forma de hacer resistencia en un sistema de vida que aísla y enferma”, sostiene Paulina Maldonado.